Los seres humanos tenemos la capacidad para la introspección, mirar hacia nuestro interior de forma consciente, lo que nos permite realizar un proceso de “autoconocimiento”. Es decir, conocer quiénes y cómo somos, además de comprender los motivos que nos llevan a actuar, pensar y sentir de una manera determinada e identificar nuestras cualidades y aspectos a mejorar.

Este proceso nos permite vivir mejor y ser conscientes de nuestros recursos y objetivos vitales.

Cuando nos enfrentamos a dificultades o necesitamos resolver alguna situación, es habitual que recurramos a nuestros recursos positivos. Estos recursos pueden ser internos, como nuestra fortaleza, autoestima, sentimientos positivos que prevalecen a diario y rasgos de personalidad positivos. También contamos con recursos externos, como vínculos sociales enriquecedores, instituciones, grupos de apoyo, bienes materiales, tecnológicos y factores socioambientales.

A lo largo de nuestra vida, se van presentando desafíos y dificultades. Es necesario afrontar estas dificultades y superarlas para favorecer nuestro desarrollo personal.  Porque si las negamos o evitamos,  pueden convertirse en problemas.

Las personas deciden consultar con un psicólogo cuando se desmoralizan al ver que el modo en que intentan manejar las dificultades no da resultado.

La psicología es una disciplina científica plenamente validada; uno de sus campos es la Psicología Clínica que tiene por finalidad el diagnóstico, tratamiento, resolución y prevención de problemas de salud mental, emocionales o de conducta.

El psicólogo, en su encuentro con la persona que desea un cambio, tendrá en cuenta, entre otros aspectos:

  • La autoestima, es decir, los sentimientos e ideas que la persona tiene de sí misma.
  • Su comunicación, es decir, los métodos que la persona utiliza para comunicarse con los demás.
  • Sus creencias y reglas, sobre cómo debe sentir y actuar.
  • Su relación con los demás y el mundo.

A través de los distintos métodos psicoterapéuticos, el psicoterapeuta colaborará con cada paciente para que logre los cambios deseados que lo lleven a comprenderse, valorarse y desarrollarse siendo real y sincero consigo y con los demás; dispuesto a correr riesgos, a ser creativo, a poder adaptarse a situaciones nuevas y distintas. A poder mantenerse físicamente sano, con mente alerta, con sentimientos amorosos, con equilibrio emocional, productivo y responsable; valerse por sí mismo, amar con profundidad y luchar justa y eficazmente.

Es importante que cada persona pueda ser consciente de su capacidad de aprender, porque todos los cambios dependen de nuevos aprendizajes, de nuevos conocimientos y una nueva conciencia. Todos pueden alcanzar ese estado y elevar su autoestima; tener una comunicación clara, directa y sincera; emplear reglas flexibles, humanas adecuadas y sujetas a cambio; y tener una relación segura, abierta con los demás y el mundo.

La curación es un proceso activo e interno que implica investigar las actitudes, los deseos, los recuerdos y las creencias para liberarse de todas las pautas negativas que impiden la total recuperación emocional y espiritual. Esta exploración interna conduce inevitablemente a la revisión de las circunstancias externas con el fin de activar la voluntad, la voluntad de ver y aceptar las verdades de la propia vida. Dirigir nuestros esfuerzos a cambiar todo lo posible y aceptar lo que es, y no lo que queremos que sea, encontrando soluciones creativas para vivir con aquello que no podemos alterar. Esto permite crear salud.